Para valorar el desarrollo económico chino pasado, presente y futuro; estimo conveniente hacerlo desde una perspectiva dinámica comparativa. Lo haré desde las grandes cifras macroeconómicas, aunque a medio-largo plazo espero profundizar también en su microeconomía.
China inicia 1820 siendo la primera potencia económica del mundo, aunque acaba su guerra civil prácticamente como había terminado el siglo XVIII. Estos casi ciento cincuenta años de estancamiento económico finalizarían tras instaurarse la República Popular, con un resurgir mucho más pronunciado después de la reforma económica del año 1978.
China es la segunda potencia económica del mundo si atendemos al PIB nominal. Sin embargo, es todavía una economía pobre en términos de PIB per cápita, por debajo del puesto número 100. Las desigualdades sociales, rendimientos decrecientes generados por la burbuja inmobiliaria, industrias sobredimensionadas, una contaminación medioambiental insostenible, la desaceleración del sector exportador, una relación comercial desequilibrada con Estados Unidos, los controles de capitales, la devaluación artificial del reminbi (RMB), las elevadas tasas de ahorro o la intervención de los tipos de interés; constituyen hoy día desafíos inmediatos para el gigante asiático. Desafíos identificados por la teoría económica que no conviene ignorar, pero tampoco exagerar. China, no debemos perder nunca la perspectiva, es todavía una nación en desarrollo, con un amplio margen para las reformas y el crecimiento económico.